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Un equipo del IPL, junto a otros miembros de la UV, delimitó con precisión la magnitud de la DANA

El 29 de octubre de 2024, un episodio de lluvias torrenciales sacudió la Comunitat Valenciana, dejando detrás suyo un rastro de devastación y numerosos municipios inundados. La respuesta de la Universitat de València (UV) no se hizo esperar: un equipo multidisciplinario de expertos creó en tiempos récord la primera cartografía precisa de las zonas afectadas por la DANA. Este mapa no solo documenta el impacto del desastre, sino que también busca establecer las bases para una mejor gestión futura de las emergencias.

Coordinado por la profesora Carmen Zornoza, del Departamento de Geografía, el proyecto reunió investigadores como Javier Serrano i Ana Belén Ruescas, con la colaboración del Laboratorio de Procesado de Imágenes (IPL). Utilizando herramientas de teledetección y participación ciudadana, el equipo mejoró la delimitación inicial proporcionada por el programa europeo Copernicus, que ofrece un mapa rápido de la zona afectada después de emergencias como la DANA. «Nuestro objetivo era proporcionar información rápida y precisa para evaluar los daños, gestionar las ayudas y proponer soluciones a largo plazo», explica Zornoza.

El mapa que revela la verdadera dimensión de la DANA

La cartografía del equipo de la Universitat de València surgió de la necesidad de mostrar con precisión el alcance de la emergencia. «Al ver la magnitud de la tragedia, sabíamos que necesitábamos saber hasta donde había llegado la inundación. Las primeras capas de Copernicus, aunque rápidas, no reflejaban la realidad, especialmente en áreas urbanas. Muchos pueblos de l’Horta Sur, como Massanassa o Sedaví, estaban completamente anegados, pero no estaban incluidos», comenta Zornoza.

El equipo se organizó rápidamente, trabajando a distancia. «Nosotros, que conocemos el terreno y a muchas personas afectadas, sabíamos que era urgente mejorar aquella información», añade Zornoza. A través de videollamadas y coordinación remota, cada miembro aportó recursos: Serrano utilizó sus redes para obtener datos clave, mientras que Ruescas integró herramientas de teledetección. «Como coordinadora, me encargué de delimitar el área para publicar un mapa más fiel en la inundación», concluye.

El resultado fue una herramienta más precisa, que no solo refleja los efectos inmediatos de la DANA, sino que también sirve de base para futuras estrategias de gestión del riesgo.

El papel de la cartografía en la gestión de desastres

Las inundaciones provocadas por fenómenos extremos como esta DANA son cada vez más intensivas y frecuentes en ciertas áreas del Mediterráneo, como la Rambla del Poio, una rambla estudiada desde hace décadas por la catedrática de Geografía Física Ana Camarasa, que actualmente dirige el Departamento de Geografía de la UV. Para ella, «la cartografía es el primer paso para entender la magnitud del desastre y planificar una recuperación efectiva. Pero también tiene que ser una herramienta educativa que ayude a la ciudadanía a conocer su territorio y a actuar con seguridad en situaciones críticas».

Esta aproximación educativa es central en los proyectos de investigación liderados por Camarasa. La experta advierte sobre la carencia de percepción del riesgo en zonas habitualmente secas: «Muchas personas no entienden que viven en áreas inundables. La educación social tiene que ir dirigida a cambiar esta mentalidad y fomentar la autoprotección». «Nuestro objetivo era proporcionar información rápida y precisa para evaluar los daños, gestionar las ayudas y proponer soluciones a largo plazo».

La participación ciudadana: clave para delimitar el mapa de inundaciones

El trabajo de la Universitat de València en la confección del mapa de inundaciones fue posible gracias a la estrecha colaboración con la ciudadanía. Javier Serrano, profesor y coordinador de esta tarea, destaca la importancia de esta contribución: «Sin su ayuda no habría sido posible delimitar zonas como la parte sur, Beniparrell y toda aquella área hasta el polígono industrial de Silla. Sin estar allí y verlo en persona, no habríamos podido constatar el alcance de las inundaciones ni fines donde llegó el destrozo en l’Horta Sur. Este proceso no habría sido viable sin la colaboración ciudadana».

Ante la imposibilidad de realizar trabajo de campo de manera inmediata a causa de las comunicaciones cortadas, se puso en marcha un sistema para recoger información a distancia. «No podíamos desplazarnos, que habría sido lo más rápido. Así que empezamos a contactar con personas de las zonas afectadas: ayuntamientos, servicios sociales, amigos e incluso alumnos del grado de Geografía y Medio Ambiente,» explica Serrano.

La metodología consistió a compartir el mapa preliminar con estos contactos y pedirles correcciones o ampliaciones: «Les decíamos: ‘Esto es lo que tenemos, puedes corregirlo, ampliarlo o confirmarlo?’ La respuesta fue muy positiva. En pocos días, entre 50 y 100 personas nos dieron un feedback rapidísimo, lo que nos permitió detallar mucho mejor la delimitación.» La colaboración ciudadana resultó clave para perfeccionar el mapa con gran precisión en un tiempo récord.

La tecnología satelital: una herramienta imprescindible en emergencias

Las imágenes de satélite jugaron un papel crucial en este proyecto, como explica Ana Belén Ruescas, profesora del Departamento de Geografía y miembro del Grupo de Procesamiento de Señales e imágenes de la IPL-UV. «En emergencias como esta, las tecnologías y las imágenes de satélite son fundamentales porque ofrecen una visión global de una área que sería muy difícil de obtener desplazándonos físicamente,» detalla.

Estas imágenes permiten analizar áreas extensas y extraer información clave mediante algoritmos matemáticos aplicados a diferentes rangos de radiación. «Con ellas podemos obtener una visión muy precisa de una zona anchísima, lo que resulta de gran ayuda. Es cierto que el factor humano es indispensable para validar estos datos, pero como herramienta de investigación y análisis es extremadamente valiosa,» añade Ruescas.

Gracias a esta tecnología, el equipo pudo integrar datos satelitales con la información proporcionada por la ciudadanía, consiguiendo una herramienta completa para delimitar el alcance de las inundaciones y actuar con más eficiencia.

Cambio climático y resiliencia

El impacto de la DANA pone de relieve la necesidad de integrar el cambio climático en la planificación territorial. Según Ana Camarasa, las ramblas mediterráneas, como la del Poio, están mostrando comportamientos más extremos a causa de la intensificación del ciclo hidrológico. «El cambio climático no solo aumenta la frecuencia de estos acontecimientos, sino que también altera la dinámica natural de los lechos de los ríos,» explica. Ante este escenario, señala que no podemos depender únicamente de soluciones estructurales: «Las obras de hormigón nos generan una falsa sensación de seguridad. Alterar el ciclo natural también tiene consecuencias.»

Para Camarasa, es fundamental combinar medidas tradicionales con enfoques basados en la naturaleza: «Un río o una rambla tienen como misión llevar el agua y los sedimentos hasta el mar. Si obstruimos su camino, buscarán otra salida o causarán daños mayores.» Estas soluciones tienen que permitir a los ecosistemas realizar su función sin incrementar los riesgos para la población.

Para el equipo de la UV, la cartografía de las inundaciones es solos el primer paso hacia una gestión más eficaz del riesgo. Ana Camarasa enfatiza la necesidad de mejorar la comunicación y la educación sobre estos fenómenos: «Lo que ocurrió durante la DANA, con personas intentando salvar sus coches en lugar de protegerse a sí mismas, no puede repetirse. Esto evidencia una falta de conocimiento que tenemos que superar mediante la enseñanza, la educación y la divulgación, trabajando desde la Universidad y en colaboración con las administraciones públicas, bomberos, Protección Civil y otros sectores.» Camarasa destaca que fomentar la percepción del riesgo y capacitar la ciudadanía para comprender el territorio en que viven y cómo actuar ante una emergencia es clave para prevenir situaciones de peligro en el futuro.

Hacia un futuro más seguro

La cartografía creada después de la DANA ha sido incorporada al visor oficial del Institut Cartogràfic Valencià, donde sirve como referencia para instituciones y administraciones públicas. Conseguirlo no solo evidencia la capacidad técnica y científica de la Universitat de València, sino también su compromiso con el territorio y la ciudadanía.

“Lo que hemos aprendido de la DANA es que no podemos luchar contra la naturaleza, pero sí que podemos trabajar con ella y prepararnos mejor”, concluye Ana Camarasa. A medida que los episodios de lluvias extremas son más frecuentes, iniciativas como esta cartografía se convierten en herramientas indispensables para construir resiliencia y salvar vidas.

El equipo de la UV sigue trabajando en nuevas investigaciones y estrategias educativas para reducir el impacto de futuros desastres. Mientras tanto, su mensaje está claro: el conocimiento y la prevención son nuestras mejores defensas ante la fuerza de la naturaleza.

Fuente: PCUV