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Los sindicatos españoles basan su acción en recursos institucionales en mayor grado que en Grecia y Portugal

Miguel Ángel García Calavia, profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València.Un estudio en el que ha participado la Universitat de València (UV) determina que la estructura económica española dificulta que los sindicatos tengan un alto nivel asociativo y organizativo, por lo que los recursos de poder institucional continúan siendo esenciales para evitar una desorganización en la negociación colectiva. La solidez del sistema de representación sindical, no obstante, no ha logrado evitar el empleo precario y una reducción significativa del salario real de las personas empleadas.

El estudio comparativo publicado en la revista académica European Journal of Industrial Relations, en el que han participado Miguel Ángel García Calavia, profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universitat de València, y Mike Rigby, de la London South Bank University (Reino Unido), analiza hasta qué punto los recursos institucionales constituyen una fuente de poder de los sindicatos y compara la situación del Estado español con la de otros países de la periferia europea.

Los rasgos comunes con Grecia y Portugal han permitido observar, como se explica en el artículo Institutional resources as a source of trade union power in Southern Europe, “la particular deriva española” en lo que respecta al modelo de acción sindical, que se ha caracterizado por un mayor grado de continuidad en la disponibilidad de los recursos institucionales.

La debilidad de otras fuentes de poder –a causa de la posición que ocupan los trabajadores en el mercado de trabajo, el poder estructural y el grado de afiliación y organización sindical, entre otras–, ha mantenido la importancia de la seguridad institucional como plataforma de intervención a favor de la estabilidad de un sistema de representación de los trabajadores. Según el trabajo de García Calavia y Rigby, dispositivos regulatorios como la representación unitaria o la negociación colectiva fortalecen la organización sindical en el estado español y configuran esa seguridad institucional como “básica” para que los sindicatos puedan desarrollar también otras fuentes de poder.

Aunque en el estudio se reconocen las limitaciones de los resultados de este modelo de acción sindical –que no ha logrado evitar un alto nivel de empleo precario y ha permitido una reducción significativa en el salario real– se deduce que la continuidad en el uso de los recursos institucionales se debe a dos causas.

Por un lado, el hecho de que las instituciones estén formalizadas legalmente ha permitido la consolidación del sistema autónomo de intervención de terceros en los conflictos laborales, la representación de los intereses de los trabajadores en el sistema judicial y la influencia sindical en las instituciones corporativas nacionales. Los sindicatos, dado que deseaban mantener un sistema de relaciones laborales que mejorara el impacto de su acción en una economía dominada por las PYME, han evaluado como prácticas las consecuencias de esta continuidad.

Por otro lado, como destacan García Calavia y Rigby, las empresas se ven favorecidas por la flexibilidad numérica y el poder estructural que les otorga un mercado de trabajo segmentado, en el que también las filiales españolas de empresas multinacionales (CMN) disponen de autonomía en la gestión de las relaciones laborales.

Metodología

Para el estudio, sus autores se han basado en la comparación de tres economías mediterráneas que comparten rasgos comunes: la española, la portuguesa y la griega. Según explican, los sistemas de relaciones laborales de estos países, en el momento posterior a sus respectivas dictaduras, estuvieron marcados por la intervención estatal, que estableció una regulación a favor de los sindicatos. Además, Grecia, Portugal y España han sido objeto de las exigencias internacionales de reconfiguración de sus respectivos sistemas de relaciones laborales a partir de la crisis económica de 2008 y los tres países destacan por un predominio de las PYMES, una industrialización tardía e incompleta, una dependencia de sectores económicos cíclicos (turismo) y un papel importante de la economía informal.

Referencia bibliográfica

Miguel Ángel García Calavia, Mike Rigby. Institutional resources as a source of trade union power in Southern Europe. European Journal of Industrial Relation. 2018, Vol. 24(2) 129–143.

Fuente: UV