Un trabajo llevado a cabo conjuntamente por Remedios Melero, investigadora del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y Alexandre López Borrull, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), determina que los editores de las revistas científicas españolas tienen una clara predisposición hacia la ciencia abierta, pero todavía encuentran muchas barreras para aplicar las prácticas sobre las cuales se fundamenta. El estudio ha sido publicado en la revista Learned Publishing.

El trabajo científico, titulado Perceptions regarding open science appraised by editores of scholarly publications published in Spain, ha partido de una encuesta a los editores de las revistas científicas indexadas al directorio Dulcinea, un proyecto que tiene como objetivo conocer las políticas editoriales de las revistas españolas respecto al acceso a sus archivos, los derechos de explotación y las licencias de publicación. De acuerdo con las respuestas de 420 editores de revistas científicas españolas, su apoyo a la ciencia abierta es evidente, pero no siempre se traduce en acciones concretas a causa de las preocupaciones que plantea la implementación total de sus métodos.
Los resultados indican que el 92% de las cabeceras son revistas de acceso abierto, uno de los pilares de la ciencia abierta porque implica que cualquier usuario con acceso a internet puede acceder a un artículo, leerlo, guardarlo, emplearlo y hacer minería de datos. En cambio, las otras prácticas propias de la ciencia abierta no tienen tanta adhesión por parte de los editores. Solo el 16% de las revistas disponen de una política sobre la disponibilidad de los datos de investigación subyacentes y pocas ofrecen directrices claras sobre cómo citar y poner a libre disposición el conjunto de datos de las investigaciones.
En una proporción similar, solo el 15% de las revistas permiten el envío de artículos que previamente se han depositado en un repositorio de preprints. Los preprints son artículos científicos que se cuelgan a un servidor sin que hayan sido revisados por otros científicos ni aceptados por una revista, una práctica que se acentuó durante la pandemia para acelerar la llegada de las investigaciones en medicina y salud pública. “Entre otros factores, esta reticencia a permitir que los preprints estén disponibles se puede deber a que, por una cuestión de métricas, los editores quieren que los autores y lectores lean y citen los contenidos publicados en sus revistas”, explica Remedios Melero, investigadora del IATA-CSIC
La ciencia abierta es un movimiento que combina diferentes prácticas para hacer que el conocimiento científico sea accesible a todo el mundo y pueda ser reutilizable por otros investigadores, con el fin de aumentar el intercambio de información y las colaboraciones científicas en beneficio del conjunto de la sociedad. Esto implica abrir los procesos de creación, evaluación y comunicación del conocimiento científico más allá de la comunidad científica tradicional y “los editores de las revistas especializadas pueden ejercer una influencia considerable mediante la implementación o no de directrices y políticas editoriales que favorezcan este proceso”, explica Alexandre López profesor de la UOC.
El escollo de la revisión abierta
Con todo, la principal barrera para una completa implementación de la ciencia abierta es el hecho de hacer transparente y sin anonimato el proceso de evaluación por expertos, el que sería el Open Peer Review (OPR). La revisión de los artículos científicos por parte otros expertos es un proceso inherente e imprescindible de la comunicación científica, pero que este proceso sea también abierto genera recelo entre los editores, que ven más inconvenientes que no ventajas. De aquí que únicamente el 2% de las revistas pongan en práctica las revisiones abiertas por iguales.
Entre las barreras citadas por los editores en relación a la revisión abierta por iguales hay la dificultad de encontrar revisores, la rivalidad y la generación de conflictos entre compañeros, el alargamiento del proceso o que se genere cierto sesgo en relación en las revistas más prestigiosas.
“Los editores científicos tienen un gran conocimiento de su sector y quieren avanzar en la ciencia abierta, pero tienen todavía aspectos que los preocupan y están intentando hacer pruebas a pequeña escala para aprender qué camino es el mejor”, explica el investigador de la UOC. El anonimato, según los resultados, todavía sería la mejor solución para favorecer la disponibilidad de revisores y las buenas revisiones, que es el pilar principal de la comunicación científica mediante las revistas académicas.
Un futuro prometedor
“Las prácticas de ciencia abierta no conducen a una pérdida de originalidad ni amenazan la integridad de la obra, pero todavía queda camino para conseguir que la apertura de todo el proceso editorial sea completa, sobre todo en cuanto a los procesos de evaluación y a los preprints”, apunta Remedios Melero.
Todo y la detección de estas barreras, el futuro de la ciencia abierta en España invita al optimismo. La estrategia nacional de ciencia abierta aprobada este año por el Ministerio de Ciencia e Innovación implica que esta práctica tendría que continuar evolucionando a buen ritmo, con nuevos elementos y debates encima la mesa gracias al apoyo gubernamental.
Este proyecto de investigación con participación de la UOC favorece los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), concretamente el número 9, sobre industria, innovación e infraestructuras.
Referencia bibliográfica
Melero, R.; Boté-Vericad, J.; López-Borrull, A. Perceptions regarding open science appraised by editors of scholarly publications published in Spain. Learned Publishing 36 (178-193). 2023. DOI.
Fuente: CSIC Valencia