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Las exigencias de calidad en los cítricos valencianos no han mejorado las condiciones laborales del campo

Una investigación de la Universitat de València (UV) ha analizado cómo influyen las exigencias de calidad por parte de las cadenas agroalimentarias globales en la mano de obra en La Ribera del Xúquer, un área dedicada a la exportación de cítricos. Yaiza Pérez y Francisco Torres, investigadora e investigador del Departamento de Sociología y Antropología Social, concluyen que los estándares de calidad no han supuesto una mejora en el trabajo en general, y que existen diferencias entre el campo y los almacenes.

En el trabajo de recolección se ha comprobado que aumentan las diferencias entre jornaleros y se refuerza la segmentación étnica. Por su parte, en los almacenes –tradicionalmente feminizados– los requerimientos de calidad han supuesto una mayor polivalencia y control del espacio, comportamiento y cuerpo de las trabajadoras, aunque también han provocado que el convenio colectivo se cumpla de manera más estricta.

El artículo, publicado en la Revista Española de Sociología, explica que desde finales del siglo XX “la calidad constituye un elemento central en la configuración, estratificación y funcionamiento de las cadenas globales agroalimentarias”. Por ello, Torres y Pérez han observado en qué medida afectan estas exigencias de calidad a la producción, manipulación, comercialización y distribución de los productos cítricos valencianos.

Así, han demostrado que la fragmentación del personal ha aumentado, tanto en el campo como en los almacenes. Las diferencias son notables entre los trabajadores y trabajadoras con contrato fijo discontinuo, quiénes son temporales de empresa y cooperativa, y quiénes trabajan en una ETT. Como explica Torres, aunque no todas las ETT se comportan de la misma manera, muchas de ellas cometen irregularidades laborales como el cobro efectivo de un salario inferior al que establece el convenio o el fraude en los días de trabajo declarados en el campo, inferiores a los reales.

Este hecho entronca directamente con un fenómeno más que actual: la segmentación étnica. En el campo, los fijos discontinuos que trabajan para empresas y cooperativas –donde se cumple el convenio– suelen ser españoles, mientras que en las ETT muchos de sus trabajadores son migrantes. En la investigación, algunos de los trabajadores afectados explican las condiciones en las que se encuentran. Uno de ellos cuenta cómo le ha perjudicado la merma de días declarados: “Cuando tú vas a cobrar el paro, después (te dicen) ‘es que tú apenas…’ y dices ‘pues toda la campaña de 120 días’, dice, ‘no, si aquí apenas tienes 50, 60’, dices, hostia tío, ¿dónde está el resto de días? … Y vas a cobrar y te quedas en la calle”.

La cuestión, indica Torres, no está en si están contratados o no, ya que sí se ha producido un cambio notable en este sentido. Mientras que en la década pasada había muchos trabajadores que estaban sin contratar, en la actualidad la inmensa mayoría sí lo están. Según el investigador, el problema radica en que se siguen cometiendo irregularidades. “Es muy difícil poner puertas al campo, es mucho más difícil controlarlo, porque las empresas enseñan el contrato y ya está”, explica.

Cobrar por kilos recolectados

Por otra parte, la investigación pone de manifiesto que la mayoría de los productos se recolectan a destajo, es decir, que los trabajadores cobran por kilos recolectados, a diferencia de la modalidad a jornal, en que se abonan las horas trabajadas. El destajo implica una mayor exigencia, rapidez y selección, pero el sueldo suele ser el mismo o inferior, además de que es más probable que se comentan errores (por lo pueden sufrir descuentos). El aumento de ritmos y las exigencias de calidad en paralelo también tiene consecuencias en el segundo paso de la cadena, ya que las trabajadoras de los almacenes pueden sufrir descuentos en su salario si el departamento de calidad o los clientes detectan que sus productos no cumplen todos los requerimientos.

Pese a que en los almacenes sí ha habido una mejora en las condiciones laborales en general gracias a una mayor presencia sindical, el estudio indica que también permanecen las diferencias entre las trabajadoras fijas discontinuas y las trabajadoras de ETT, donde hay más mujeres migrantes y suelen estar más precarizadas, como ocurre en el campo. Asimismo, muchas de las trabajadoras en el almacén se quejan de la falta de reconocimiento de enfermedades de alta incidencia provocadas por su actividad laboral, como problemas de espalda o el síndrome del túnel carpiano.

Referencia bibliográfica

Torres, F. y Pérez, Y. (2021). Los últimos y las últimas de la cadena. Calidad y trabajo en el sector citrícola valenciano. Revista Española de Sociología, 30 (1), 1-19.

Fuente: UV