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Identifican un biomarcador que detecta el deterioro cognitivo en pacientes con cirrosis

UV-carmina-montoliuInvestigadores de la Facultat de Medicina i Odontologia de la Universitat de València, el INCLIVA y el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) han identificado un biomarcador en sangre que permite detectar de forma precoz deterioro cognitivo en pacientes con cirrosis hepática, una dolencia que puede ser provocada por el consumo de alcohol, virus de la hepatitis y otras causas. Los científicos han demostrado que altos niveles del marcador 3-nitrotirosina en sangre reflejan alteraciones cerebrales y también pueden ser un indicador de mala conducción de vehículos en enfermos con encefalopatía hepática mínima, como revelan en un estudio publicado este mes en la revista ‘Liver International’.
La co-directora de este estudio, Carmina Montoliu, profesora de la Universitat de València y perteneciente al Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA explica que el objetivo del trabajo –que ha contado con la participación del Servicio de Hepatología del Hospital Clínico Universitario de Valencia- era “poder conocer en fases tempranas las alteraciones neurológicas de estos enfermos, con el fin de retrasar su avance y, en definitiva, mejorar su calidad de vida”. Para comprobar la eficiencia del marcador 3-nitrotirosina, los investigadores realizaron pruebas en el Instituto de Tráfico y Seguridad Vial de la Universitat de València (INTRAS) y comprobaron la disminución de la capacidad para conducir vehículos de pacientes con altos niveles del biomarcador.
REDUCCIÓN DE ACCIDENTES DE TRÁFICO
Vicente Felipo, del laboratorio de Neurobiología del CIPF, co-director del estudio, comenta que una detección temprana de esta alteración ayudaría a reducir los accidentes de tráfico en pacientes con esta enfermedad. “Nuestra meta a partir de ahora es lograr desarrollar un kit para el diagnóstico temprano del deterioro cognitivo leve, útil en la clínica diaria, con el fin de identificar y tratar los pacientes cirróticos con encefalopatía hepática mínima y revertir o prevenir la progresión del deterioro neurológico”, argumenta Felipo, cuya línea principal se centra en los mecanismos de degradación cognitiva y motor en modelos animales para poder diseñar tratamientos que los reviertan.
El estudio ha comprobado que las principales alteraciones que contribuyen a la disminución de la capacidad de conducción en pacientes con encefalopatía hepática mínima son las relacionadas con la velocidad de procesamiento mental, la atención y la coordinación motora y visual espacial. Estos pacientes tienen disminuida la capacidad de conducción,  muestran una deficiencia en el control lateral del vehículo y presentan lentitud psicomotora, tiempos de reacción más largos, alteraciones en la coordinación bimanual y visual espacial y en atención.
UN PROBLEMA MÉDICO, SOCIAL Y ECONÓMICO
Las enfermedades hepáticas pueden conducir a alteraciones neurológicas, cognitivas y motoras, un síndrome conocido como encefalopatía hepática mínima. En España la padecen en algún grado unas 200.000 personas y más de 12.000 fallecen cada año como consecuencia de las afecciones hepáticas. Es pues un problema médico, social y económico.
La encefalopatía hepática mínima (EHM) es la fase inicial de la encefalopatía hepática y en ella los síntomas no son evidentes. Cuando no se diagnostica a tiempo y deriva en síntomas claros la enfermedad puede conducir al coma y a la muerte. Durante la primera fase difícilmente detectable si no es por tediosos tests, hay un deterioro cognitivo leve, déficits de atención, enlentecimiento psicomotor y alteraciones en la coordinación motora que afectan la calidad de vida y la capacidad de realizar tareas de la vida diaria. La investigación propone sustituir los tests por un sencillo análisis de sangre.
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Fuente: UV