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El jabalí valenciano, vigilado por GPS

La Universidad de Alicante estuvo vigilando los movimientos de un jabalí en la Sierra de Mariola para comprobar que sus hábitos se correspondían con los patrones de comportamiento que se atribuyen a esta especie. Lo hizo colocando un localizador por satélite (GPS) a un ejemplar, que daba cuenta cinco veces por hora de su situación. La investigación ha puesto de manifiesto la importancia de la conservación de los espacios agrarios y forestales tradicionales para preservar la fauna.
Este proyecto se llevó a cabo en la finca Buixarró, situada en el parque natural de aquella sierra, por el Instituto para el Estudio del Medio Ramón Margalef. Lo desarrolló un equipo dirigido por el investigador de la UA Antonio Belda y dentro del programa de ayudas de la Generalitat para grupos precompetitivos. La Fundación CV Victoria Laporta Carbonell, que gestiona la finca, ha colaborado en este proyecto.
Señalan los investigadores que las técnicas aplicadas a la generación de modelos de distribución de especies, especialmente mediante la telemetría y el GPS «son eficaces para establecer planes de conservación, buscar nuevas localizaciones de especies raras y amenazadas, desarrollar patrones espaciales de la biodiversidad, o evaluar el impacto del cambio global sobre la distribución de los organismos».
De manera complementaria, a otros tres individuos se les colocaron marcas identificativas para fotografiarles por dos cámaras de fototrampeo que se ubicaron en zonas de refugio y alimentación
La finca en que se ha hecho el estudio tiene una extensión de 700 hectáreas. Sufrió un importante incendio y la fundación que la gestiona lleva a cabo iniciativas de mejora del hábitat.
Explica Antonio Belda que aunque se conocen los hábitos del jabalí valenciano, el proyecto pretende corroborarlos científicamente. Para ello se capturó una hembra joven de unos 40 kilos al que se le colocó un collar GPS de especial robustez, capaz de soportar su roce por terrenos ásperos, entre árboles y maleza y sellado para preservarle del agua y el barro. Este collar estuvo conectado mediante una tarjeta de teléfono móvil con una estación de registro dispuesta por los investigadores, a la que el collar enviaba cada 12 minutos un mensaje con los datos de su posición, aprovechando que la zona tiene cobertura.
Los movimientos del animal han sido seguidos durante 40 días. En total se registraron cerca de 5.000 posiciones, que han correspondido a un recorrido total de 309 kilómetros, a una media de 7 u 8 kilómetros diarios. Estos registros han permitido reconstruir a los investigadores sus rutas diarias, así como los porcentajes de uso del tiempo. Así, el conocimiento de los periodos de presencia en los diferentes tipos de suelo ha permitido constatar las predilección de estos animales por las zonas boscosas con abundancia de quercíneas (encinas, coscojas…) y de las especies asociadas a éstas, así como su preferencia por desarrollar su actividad desde la tarde a la mañana, reduciéndola durante las horas centrales del día.
Fuente: UA