El Instituto de Tecnología Química, centro mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) celebra su vigesimoquinto aniversario con un ciclo de conferencias sobre química y catálisis, que tiene lugar hoy jueves y mañana viernes en el Paraninfo de la UPV. Reúne a numerosas personalidades del ámbito científico-universitario, tanto nacional como internacional provenientes de universidades e industrias.
La inauguración ha corrido a cargo de Fernando Rey, actual director del ITQ, y de Avelino Corma, profesor de investigación del CSIC, fundador del ITQ y director del mismo desde su creación hasta el año 2010. Posteriormente, han intervenido el rector de la Universitat Politècnica de València, Francisco Mora y el presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo.
Durante su intervención, el rector de la UPV ha elogiado el trabajo desarrollado desde el Instituto de Tecnología Química, “centro de referencia de nuestro campus y ejemplo de excelencia tanto en la investigación básica, como en la transferencia de conocimiento al mercado.
Por su parte, el presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo, ha señalado que el ITQ, “por su excelencia investigadora, por su capacidad de innovación y por su proyección internacional, es un centro de investigación modélico para el sistema de I+D+i español”. Y ha concluido felicitando al personal del ITQ por sus 25 años de éxito combinando la investigación básica con la aplicación industrial y la generación de patentes.
Sobre el ITQ
En 1990 un grupo de diez investigadores del CSIC y de la Universitat Politècnica de València formado por Juan Carlos Asensi Sempere, Vicente Fornés Seguí, Hermenegildo García Gómez, Sara Iborra Chornet, Amparo Mifsud Corts, Miguel Ángel Miranda Alonso, Joaquín Pérez Pariente, José Manuel López Nieto, Avelino Corma y Jaime Primo Millo, liderados por estos dos últimos, iniciaron la andadura del instituto con un escueto presupuesto y en un local habilitado en un aparcamiento de coches de la UPV. Gracias a la colaboración y el apoyo que recibieron por parte del CSIC y la UPV, en 1994 el equipo se trasladó a lo que hoy es el edificio en donde opera el ITQ.
El ITQ es fruto de la estrategia seguida por el CSIC en la Comunidad Valenciana, que pasa por fomentar las sinergias con las universidades para generar centros de excelencia, y que ya ha dado como resultado tres institutos de investigación con la acreditación de Centro de Excelencia Severo Ochoa en nuestra comunidad.
Transferencia internacional
A lo largo de estos 25 años de andadura, el Instituto de Tecnología Química ha conseguido numerosos avances de gran impacto internacional. Entre ellos, cabe destacar el trabajo desarrollado por el ITQ con CEPSA, Sumitomo, Johnson Matthey y el grupo Huntsman, que han cristalizado en diversos procesos que están siendo explotados comercialmente.
En 1989, la multinacional CEPSA presentó la patente de un nuevo catalizador para la isomerización de parafinas. Esta tecnología fue el resultado de un contrato de colaboración de I+D firmado entre la empresa española de petróleos y el ITQ, y permitió aumentar considerablemente el índice de octano de las gasolinas (de 65-70 a 80 RON). En la actualidad, más de 20 plantas en todo el mundo tienen implantadas estas unidades de isomerización con gran rentabilidad.
En 2001, la japonesa Sumitomo, grupo que engloba cerca de 20 empresas de todos los sectores y da empleo a más de 267.000 trabajadores en todo el mundo, se interesó por un catalizador patentado por el ITQ que servía para producir óxido de propileno, conocido como «el reactivo universal» por sus excelentes propiedades químicas. Dos años después, se puso en marcha la primera planta comercial que incorporaba esta tecnología. Y en 2010, Sumitomo inauguró una segunda planta basada en el catalizador del ITQ, esta vez en Arabia Saudí.
En 2005, el ITQ firmó un contrato con Johnson Matthey, presente en 30 países y líder mundial en materiales tecnológicos avanzados. Se comprometieron a trabajar conjuntamente en el desarrollo de un catalizador capaz de eliminar el azufre del gas natural. En 2008 se presentaron las patentes correspondientes y ese mismo año, entró en funcionamiento la primera planta comercial, que reducía a un solo paso los cuatro lechos necesarios en el proceso de eliminación de azufre utilizados comercialmente hasta entonces. Seis años después, hay otras siete plantas como ésta distribuidas por todo el mundo.
Por último, desde hace más de una década, el ITQ colabora con el grupo de empresas Huntsman, que fabrica productos para una gran variedad de industrias globales: desde compuestos químicos y plásticos hasta artículos tecnológicos, materias primas para cosméticos, detergentes, aviación y automoción, entre otras. El objetivo de la colaboración entre el ITQ y Hunstman era conseguir un catalizador que produjera poliuretanos a través de procesos más limpios y sostenibles. La tecnología desarrollada por el ITQ ha logrado reducir hasta 10 veces la cantidad de residuos que el proceso genera. En la actualidad, el equipo está en funcionamiento en una planta demostración.
Hoy, veinticinco años después de su creación, la plantilla del ITQ supera los 200 profesionales y sus ingresos anuales están en torno a los seis millones de euros, situándose como uno de los centros de referencia de todo el mundo en el campo de la catálisis, los nuevos materiales, la fotoquímica y la transferencia del conocimiento básico en aplicaciones tecnológicas. Además, como muestra de su excelencia internacional, cabe destacar que el instituto colabora en proyectos de investigación con multinacionales de prestigio mundial. Asimismo, fue distinguido como centro de investigación Severo Ochoa en 2012.
Fuente: UPV