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Proteínas del sarro dental confirman que el comercio global de alimentos exóticos llegó al Mediterráneo hace casi 4.000 años

Domingo C. Salazar es arqueólogo biomolecular e investigador de la Universitat de València. Domingo C. Salazar, investigador de excelencia de la Generalitat en la Universitat de València (UV), es uno de los firmantes de un trabajo publicado en la revista PNAS que demuestra que el comercio a larga distancia de especies exóticas como la cúrcuma o el plátano llegó al Mediterráneo hace unos 3.700 años, mucho antes de lo que se creía. El estudio de proteínas antiguas conservadas en el sarro de dientes humanos desvela que en la época ya se utilizaban especies orientales y aceites culinarios.

“La cocina mediterránea de hoy, incluida la valenciana, se caracteriza por estar forjada a base de intercambios culturales, y ahora sabemos que así fue ya durante la Edad del Bronce al arrojar luz este estudio sobre cómo la “globalización” afectó ya hace milenios la cocina mediterránea.”, explica el arqueólogo biomolecular Domingo C. Salazar García. Con esta investigación se pretendía aclarar si la temprana globalización de las redes comerciales en la Edad del Bronce también afectó a la alimentación.

El equipo investigador ha analizado residuos de alimentos en el sarro dental y ha encontrado evidencias de que los habitantes de la costa del Mediterráneo oriental ya consumían cúrcuma, plátanos e incluso soja durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Para sus análisis, el equipo internacional (con investigadores de Israel, Alemania, Reino Unido y España) examinó los restos de 80 personas de las excavaciones de Megiddo y Tell Erani (Israel), yacimientos incluidos en un área considerada una vía de intercambio entre Egipto, el Mediterráneo y Asia hace 4.000 años.

“Las especias, las frutas y los aceites exóticos de Asia llegaron así al Mediterráneo varios siglos, en algunos casos incluso milenios, antes de lo que se pensaba”, asegura Philip Stockhamer, coautor senior del estudio. “Esta es la evidencia directa más temprana hasta la fecha de cúrcuma, plátano y soja fuera del sur y este de Asia”, concluye Robert C. Power, co-primer firmante del artículo. También es una evidencia directa de que ya en el segundo milenio a. C. existía un floreciente comercio a larga distancia de frutas exóticas, especias y aceites, que se cree que conectó el sur de Asia y el Mediterráneo a través de Mesopotamia o Egipto.

El objetivo de la investigación fue conocer los hábitos alimentarios de las poblaciones de esta zona durante la Edad del Bronce mediante el análisis de rastros de restos de alimentos, incluidas proteínas y microrestos de plantas en el cálculo dental humano. En este sentido, la boca humana está llena de bacterias, que continuamente se petrifican y forman cálculos, quedando durante el proceso diminutas partículas de comida atrapadas y conservadas en ellos, que son las que ahora han permitido la investigación. “Tenemos suerte al encontrar personas que no prestaron mucha atención a la higiene dental en el pasado, lo que hoy nos permite estudiar su cálculo dental”, expone Domingo C. Salazar.

Paleoproteómica

El equipo de investigación ha utilizado un método paleoproteómico (estudiar las proteínas antiguas) que esperan que pueda convertirse en un procedimiento estándar en arqueología. “Nuestro estudio de alta resolución de proteínas antiguas y restos vegetales del cálculo dental humano es el primero de su tipo en estudiar las cocinas del antiguo Próximo Oriente”, dice Christina Warinner, coautora senior del artículo.

“Nuestro enfoque abre nuevos caminos científicos”, explica la estudiante de doctorado y co-primera firmante Ashley Scott. Esto se debe a que asignar restos de proteínas individuales a alimentos específicos no es una tarea fácil. “Curiosamente, encontramos que las proteínas asociadas a alergias parecen ser las más estables en el cálculo humano”, dice Scott, un hallazgo que cree que puede deberse a la termoestabilidad de muchos alérgenos. Por ejemplo, los investigadores pudieron detectar trigo a través de proteínas de gluten de trigo. Luego, el equipo pudo confirmar de forma independiente la presencia de trigo utilizando un tipo de microresto vegetal conocido como fitolito.

El equipo internacional de esta investigación está integrado por científicos de, además de la Universitat de València, la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, la Universidad de Harvard, el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana y la Universidad de Haifa.

Trayectoria

Domingo C. Salazar (València, 1981) es arqueólogo biomolecular. Es investigador de Excelencia de la Generalitat Valenciana en el Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Universitat de València. Su investigación se centra en la reconstrucción de estilos de vida en la prehistoria y primeros períodos históricos. Está especialmente interesado en los neandertales, la transición a la agricultura y el surgimiento de sociedades complejas. Su acción se ha centrado en analizar la dieta humana, la salud y la migración a través de técnicas biogeoquímicas (análisis isotópicos, proteómicos y de residuos lipídicos) y microscópicas en una variedad de tejidos humanos y faunísticos (huesos, dientes, cabello, cálculos dentales), así como en restos de cerámica.

Referencia bibliográfica

Scott AS, Power RC, Altmann-Wendling V, Artzy M, Martin MAS, Eisenmann S, Hagan R, Salazar-Garcia DC, Salmon Y, Yegorov D, Milevski I, Finkelstein I, Stockhammer PW, Warinner C. (2020). Evidence for long-distance trade in exotic foods and spices from South Asia to the Near East in the 2nd millennium BCE. Proceedings of the National Academy of Sciences. PNAS first published December 21, 2020. DOI.

Fuente: UV