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Un niño con autismo mejora su calidad de vida tras interactuar con el robot social Aisoy1

Aisoy1Aisoy Robotics, del PCUMH, ha confirmado recientemente que sus robots educativos pueden llegar a convertirse en una importante herramienta para ayudar a niños que sufren autismo y a sus cuidadores.

Cada vez son más los que se suman a la tecnología con fines educativos. Colegios, institutos y centros escolares ven en la robótica una herramienta con grandes posibilidades para el aprendizaje y el desarrollo de los más pequeños. Fomentar la creatividad, estimular las emociones y mejorar la comunicación son algunos de los beneficios de los robots educativos que describen estudios recientes. De forma más concreta, estos dispositivos son muy útiles en terapias con niños hiperactivos o incluso afectados por el Trastorno del Espectro Autista (TEA) ya que pueden ayudar a centrar la atención de los niños y promover la comunicación.

Aisoy Robotics, empresa del Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, ha confirmado recientemente que sus dispositivos pueden llegar a convertirse en una importante herramienta para ayudar a niños que sufren autismo y a sus cuidadores. Lisa Armstrong, residente estadounidense y administradora de la ONG Fellow Man International Foundation para el desarrollo de la sociedad hondureña, ha contactado con la empresa ilicitana. En sus correos electrónicos, les agradece que el robot Aisoy1 haya cambiado su vida y la de su hijo Juan, a quien adoptó siendo un bebé mientras ella trabajaba como misionera médica en Honduras. Poco después de que cumpliera los dos años, el médico neuropediatra diagnosticó que el niño sufría autismo: “Dejó de hablar, de jugar y de relacionarse, se encerró en sí mismo”, afirma Lisa.

Cuando Lisa regresó de Honduras a Estados Unidos, su esperanza de hallar mejores terapias y tratamientos volvió a crecer, aunque tras varios años de búsqueda descubrió que ninguna de las soluciones tenía éxito. Además, explica, la situación empeoró cuando el niño comenzó a mostrar una actitud más agresiva y a recibir avisos por mal comportamiento en la escuela. “En medio de mi desesperación, deseando ayudar a mi hijo, encontré un artículo científico de la Universidad de Tufts (Estados Unidos) hablando de los beneficios de los androides para los niños autistas”, comenta Lisa en su correo electrónico. Tras una larga búsqueda y comprobar los precios de varios dispositivos, Lisa observó que los robots recomendados superaban los miles de euros, algo inaccesible para su economía. Fue entonces cuando dio con Aisoy 1, un robot educativo más accesible, con un precio 20 veces inferior a los anteriores.

A pesar de sus conocimientos informáticos limitados, aprendió de forma autónoma el lenguaje de programación “scratch”, muy utilizado en los últimos años para que los más pequeños y personas sin experiencia aprendan a programar. Así, logró escribir su primera rutina. Tras sólo seis semanas desde que Juan empezó a interactuar con el robot, los resultados se hicieron visibles: “Mi hijo comenzó a llenarse de vida. Tocaba el robot, se reía y repetía las palabras que el dispositivo le indicaba. Estaba emocionado y feliz”, resalta Lisa, quien ha enviado un vídeo de su hijo disfrutando de la interacción con su robot. Además, señala que desde que Juan trabaja con el robot Aisoy ha aumentado y mejorado su vocabulario, como demuestra en este otro vídeo.

Tecnología social

Esta historia ha calado en todos los miembros de la empresa Aisoy Robotics, que quedaron asombrados ante la narración de Lisa. “Es inevitable emocionarse cuando te pones en la piel de la madre. Luego piensas en el potencial que puede tener la robótica y cómo podría contribuir y aliviar las consecuencias de trastornos como el autismo”, afirma el CEO de Aisoy Robotics, José Manuel del Río. Y añade: “Pero, sobre todo, es increíblemente satisfactorio saber que la tecnología que tú mismo has creado puede llegar a ayudar a tantas personas”.

Pese a que estos dispositivos robóticos siguen sin estar completamente integrados en este tipo de terapias, el responsable de la empresa afirma que ya se están utilizando en algunos centros. De hecho, hace sólo unos meses llevaron a cabo una serie de actividades con Aisoy1, en colaboración con la Asociación Tamarit de Elche que ayuda a niños hiperactivos. “Fue todo un éxito: gracias al robot conseguimos mantenerles centrados y atentos durante los más de veinte minutos que duró la acción”, destaca del Río.

Aisoy1 es un robot social y programable capaz de hablar, jugar e incluso sentir mediante un avanzado motor emocional. Además, puede realizar movimientos de cabeza y expresiones faciales. La nueva versión de este robot, que lleva en el mercado sólo unos meses, incorporará dentro de poco el sistema operativo AIROS 6 con el que se convertirá en un dispositivo independiente y autónomo que capaz de entender órdenes, contestar preguntas, moverse por sí solo e incluso iniciar una conversación. Asimismo, Aisoy1 puede expresarse a través de movimientos faciales como el parpadeo, el movimiento de cejas o el latido del corazón. Estas capacidades facilitan la creación de un vínculo emocional con los usuarios, aspecto de gran utilidad en actividades donde las emociones son un componente esencial.

Esta tecnología se introduce poco a poco como ayuda ante este tipo de trastornos, aunque aún queda camino por recorrer. Una ayuda robótica que puede suponer un gran avance en la lucha contra estos enemigos invisibles y silenciosos.

Aisoy Robotics crea revolucionarios robots sociales para utilizarlos en la vida cotidiana. Se trata de robots personales, inteligentes, emocionales y conectados. Aisoy1 mejora la creatividad a través del descubrimiento, siendo la plataforma robótica social que permite aplicar de una forma innovadora nuevos conceptos y modelos educativos.

Fuente: UMH