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Se presenta el primer estudio en España sobre el binomio familia-juego

Los niños cada vez tienen menos tiempo para el juego, entre otras cosas, porque en demasiadas ocasiones está supeditado a actividades extraescolares, pero además un tercio de ellos juega solo y sobre todo con maquinitas, videoconsolas y demás, en las que los padres han visto una forma de entretenerlos. Estas son algunas de las conclusiones del primer estudio que se ha realizado sobre el binomio familia-juego, que ha sido elaborado por Petra Mª Pérez catedrática de Teoría de la Educación de la Universidad de Valencia y miembro del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas. El estudio tiene como objetivo conocer la calidad y cantidad de juego y ocio familiar de padres y madres con sus hijos de entre 3 y 14 años. El estudio ha sido presentado este fin de semana pasado en el marco de un encuentro festivo organizado por la Fundación Crecer Jugando y la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) con motivo de la celebración del Día del Padre el 19 de marzo.
Para el estudio, que ha sido elaborado con la colaboración del Observatorio del Juego Infantil, del que forma parte la profesora Petra María Pérez, se han realizado entrevistas online a mil familias españolas. La profesora Petra María Pérez ha mostrado su preocupación por los datos de esta muestra que evidencian que la mayor parte de los niños no juega con sus vecinos (sólo un 4,1%), aunque sí con sus hermanos (63,8), con los que no obstante suele llevarse bastantes años, con sus compañeros y amigos (27,4) y con los padres (53,2) y madres (59,1).
Unos porcentajes que demuestran que los niños juegan más con adultos que con otros niños de su edad, entre otros motivos, por la «individualidad de la vida», que nos lleva a relacionarnos poco con los vecinos, cuando antes éstos «eran los amigos naturales por esa continuidad que había entre la casa y los lugares de juego».
El juego de los niños en la calle es en estos momentos «prácticamente inexistente» porque, además, tienen menos lugares para ello, pero tampoco juegan mucho con compañeros y amigos ya que, según la profesora Petra María Pérez, en la mayoría de los casos sólo pueden hacerlo en el patio del colegio y ese «es poco tiempo y espacio».
Pero además, el juego actualmente está supeditado cada vez más a las actividades extraescolares, a los que los padres apuntan a sus hijos para formarlos de cara al futuro y a una sociedad en la que «el trabajo es el eje central», según ha subrayado Jaume Bantulà, profesor en Ciencias de la Educación de la Universitat Ramón Llull (Barcelona) y miembro también del Observatorio.
Estas actividades ocupan buena parte del tiempo libre del niño, le someten a un «alto grado de cumplimiento» y le aparta del proceso del juego, que les hace crecer y desarrollarse social y emocionalmente, según los expertos.
Y los padres son conscientes de ello, es decir que el juego es importante para sus hijos. Saben que lo que más le divierte es jugar con otros niños y que el juego les ayuda a madurar, pero además la mayoría destina un espacio de la casa para que lo hagan (el 67,6%).
Sin embargo, luego en la práctica «las cosas no son así», según la autora del estudio, que refleja esa «disfuncionalidad», que afecta al menor, que en demasiadas ocasiones y cada vez de forma más temprana -con tres y cuatro años- juega solo con aparatos electrónicos, como la videoconsola, lo que fomenta su soledad.
De lunes a viernes los niños juegan poco, la mayor parte de los que lo hacen dedican una hora a ello, pero cuando llega el fin de semana, según el estudio, invierten más tiempo en el juego ya que más de la mitad juega mas de cuatro horas al día.
No obstante, también, casi la mitad, aunque juegue, se queda en casa. Y cuanto mayores son los padres más juegan los niños en casa, al igual que cuantos más hijos tienen.
El resto del tiempo del fin de semana lo dedican a jugar al aire libre, a reunirse con la familia o a ir a algún espectáculo o al cine acompañados de sus padres y madres.
Las madres siguen siendo las que mantienen la mejor comunicación con los hijos, las que negocian más con las normas de convivencia, mientras que los padres son los que ejercen más control.