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Nace un proyecto para mejorar la atención a las personas que han sufrido pérdidas reproductivas precoces

En España, las pérdidas reproductivas precoces suceden en un 25% del total de embarazos, con un gran impacto en quienes las sufren, los profesionales que las atienden y sus entornos cercanos.

Un equipo de investigación multidisciplinar, coordinado por la investigadora de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), Diana Marre, en el que participa la Universidad de Alicante (UA), ha iniciado el proyecto Pérdidas reproductivas precoces: del malestar físico y emocional invisible al posible duelo personal, familiar y social para llevar a cabo un diagnóstico de las características y la magnitud de estas pérdidas precoces. El objetivo es detectar las necesidades de asistencia, acompañamiento y duelo en gestantes que sufren pérdidas tempranas, así como en su red familiar y en el personal sanitario que las atiende, con el fin de poder ofrecer una atención adecuada, personalizada y basada en evidencias que permita paliar su malestar y sufrimiento y atenuar los efectos adversos.

En el proyecto participa el grupo de investigación AFIN de la Universitat Autònoma de Barcelona, dirigido por la profesora Diana Marre; el grupo de investigación Población, Medio ambiente y Desarrollo (POMADE) de la Universidad de Alicante, coordinado por la profesora María José Rodríguez Jaume; el Grupo de Medicina Perinatal y de la Mujer del Instituto de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau – IIB Sant Pau, así como el Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del mismo hospital y el de Obstetricia y Ginecología del Hospital de Sant Pau (HSP)-Fundació Puigvert (FP), dirigido por Elisa Llurba -también profesora de la UAB. La investigación está financiada en el marco de la convocatoria Conecta de la Fundación «la Caixa» y cuenta con la colaboración de diversas asociaciones de personas afectadas y entidades profesionales, así como con la participación de una treintena de servicios de salud materno infantil del Estado incluidas en la RED RICORs en salud materno-infantil y del desarrollo financiada por el Instituto de Salud Carlos III y coordinada también por la Dra. Elisa Llurba, en la que la Dra. Diana Marre coordina el subproyecto dedicado al estudio de la experiencia y bienestar de pacientes y profesionales en salud materno-infantil.

El proyecto permitirá diseñar una encuesta para dimensionar adecuadamente la problemática e incorporarla a las estadísticas generales de población, así como plantear posibles intervenciones en la salud física, psicológica y social de quienes sufren pérdidas gestacionales y de su entorno. La sistematización, reproducción y escala de estas intervenciones y evaluación de su impacto se pondrán a prueba en el Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Sant Pau y su área de asistencia en atención primaria, donde se atienden anualmente 12.000 visitas de gestación con unas 400 pérdidas gestacionales y se realizan 600 ciclos de reproducción asistida de los cuales 400 resultan en fracaso o pérdida. Se contará con médicos, matronas, anestesiólogos y enfermeras que atienden a las mujeres en algún punto del proceso y con el apoyo del servicio de psiquiatría del hospital, concretamente su unidad de salud mental perinatal para contribuir a una propuesta de mejora del duelo y de la salud mental en general y de sus efectos adversos.

«El sufrimiento por una pérdida gestacional es significativo y su intensidad e impacto personal, familiar y social no está asociado a la semana de gestación en que se produce», explica Diana Marre, investigadora del grupo AFIN del Departamento de Antropología Social y Cultural de la UAB. «Una pérdida temprana puede tener tanto impacto emocional como una de segundo o tercer trimestre. Sin embargo, aunque el 95% de las pérdidas ocurren en el primer trimestre de embarazo, los protocolos clínicos y los programas de apoyo emocional disponibles se centran mayoritariamente en las pérdidas de segundo y tercer trimestre. Nuestro proyecto propone un abordaje del duelo que no esté basado en el tiempo de gestación ni en el tamaño o el peso del feto.»

El abordaje clínico de las pérdidas reproductivas precoces no valora actualmente el impacto emocional. «Los profesionales tratamos las pérdidas precoces como algo habitual y asumible, dentro de circuitos quirúrgicos que no se adecuan ni consideran la pérdida como tal y, por tanto, no contemplan la posibilidad de duelo. La ausencia de intervención sensible aumenta el trauma, pudiendo favorecer situaciones de violencia reproductiva», remarca Llurba. «Las gestantes deben poder decidir si esperar a expulsar el feto espontáneamente o provocando la expulsión en casa o quirúrgicamente en el hospital y contar con apoyo no solo físico sino también emocional y social y con la posibilidad de ver o conservar algún recuerdo, como se aconseja en otros contextos».

La aportación de la UA

Desde la Universidad de Alicante, el equipo está dirigido por la profesora María José Rodríguez Jaume, socióloga y experta en diseños de investigación e instrumentos de medición social cuantitativos. Ellos han sido los del diseño y la validación de un instrumento estructurado (cuestionario) que permitirá comprender y mejorar la atención a las mujeres y parejas que experimentan una pérdida temprana en el primer mes de gestación. “La singularidad del estudio reside en que centra el interés en las pérdidas durante el primer mes de gestación por ser el periodo que habitualmente se desatiende en los procedimientos de atención y apoyo emocional en duelo perinatal”, explica Rodríguez Jaume, quien asegura que la edad gestacional “no permite predecir el apego o el duelo por lo que las vivencias de la muerte durante el embarazo no deberían estructurarse siguiendo la lógica de la “jerarquía de tristeza” en donde una mujer o su pareja es, socialmente y en el sistema de atención a la salud, más o menos importante según la edad gestacional”.

De ahí la importancia de este proyecto puesto que “contemplarlo de este lugar, no solo reduce y simplifica un proceso complejo y diverso en experiencias, sino que desautoriza el apoyo necesario y el duelo a las mujeres, parejas y familia que viven una pérdida durante el primer trimestre”.

Con un perfil multidisciplinar, el equipo de la UA cuenta, además de con la profesora Rodríguez Jaume, con la participación de Diana Gil, socióloga y experta en políticas públicas sanitarias; María José González, socióloga y experta en diseños de investigación e instrumentos de medición social cuantitativos y Pablo Caballero, estadístico y experto en epidemiología.

200.000 pérdidas gestacionales anuales en España

Aunque un 25% de gestaciones no supera las 12 semanas en España, no hay estadísticas sobre pérdidas gestacionales tempranas, una evidencia significativa de la invisibilidad y minimización de su impacto personal, familiar y social. No obstante, un cálculo aproximado sugiere que, si en 2020 hubo 339.206 nacimientos, 84.800 se perdieron. La Sociedad Española de Fertilidad, por su parte, informó de 33.205 nacimientos resultantes de 148.165 ciclos de reproducción asistida, es decir que 114.960 (77,6%) ciclos no lograron una prueba positiva de embarazo o se perdieron en alguna semana de gestación. Ambas estimaciones suman unas 200.000 pérdidas gestacionales anuales en España tras las cuales hay una persona gestante y todo un entorno de familiares, amistades y profesionales.

Las experiencias de los padres en duelo han sido ampliamente reconocidas por la literatura científica identificando su impacto psicológico, social y económico. La provisión de cuidados a las mujeres y familias es determinante para prevenir resultados negativos a corto y largo plazo. Asimismo, es más probable que los padres desarrollen problemas psicológicos prolongados si no se les brinda apoyo profesional pues han sido identificados como un grupo de alto riesgo de duelo complicado. El apoyo emocional, y no solo la atención médica, es uno de los factores individuales más importantes para predecir la naturaleza del proceso de duelo que experimentan.

Adicionalmente, por tanto, con el proyecto se persigue una mayor concienciación pública sobre la muerte perinatal y que se priorice la atención de la muerte fetal en el sistema sanitario, una de las áreas de salud pública más desatendida.

Fuente: UA