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Las técnicas arquitectónicas, en auxilio de la arqueología

Las modernas técnicas de las construcciones arquitectónicas que domina la Universidad de Alicante llegan en apoyo de los arqueólogos. Desde nuevos materiales a procedimientos basados las tecnologías de la información, los estudiosos y restauradores de los restos de la antigüedad tienen en sus manos poderosos medios e instrumentos que, sin embargo, han de ser utilizados con prudencia.
«La decisión de hasta dónde se debe intervenir para recuperar los restos físicos arqueológicos es crucial. Es un juego de sensibilidad», señala Miguel Louis Cereceda, catedrático de Construcciones Arquitectónicas y director del grupo de investigación de la UA en restauración arquitectónica. «Lo ideal es la intervención mínima, consolidar los restos sin que se altere su imagen. También hay que sopesar cuidadosamente si el objetivo ha de ser conservar los restos con un criterio museístico o bien recobrarlos para su uso, como ha ocurrido con el teatro de Sagunto, pero cada caso es distinto.»
Indica que el grado la intervención en los restos de las construcciones de la antigüedad es una decisión complicada. Por eso, indica, el asesoramiento de los profesionales de las construcciones arquitectónicas acerca de lo que se puede o no se puede hacer tanto en tecnologías como en materiales y sus posibles consecuencias es muy importante.
Original o artificial
Por ejemplo, para hacer un trabajo de consolidación de un edificio, hay que sopesar si se recurre a piedras naturales similares a las originales, que pueden ser más vulnerables a los agentes atmosféricos, que otras de tipo artificial hoy disponibles. «No se debe incorporar materiales que intenten imitar a los antiguos, creando `falsos históricos´, pero tampoco que generen constraste antiestéticos u ofrezcan incompatibilidades químicas». Ese cuidado por no mezclar lo original con lo restaurado lleva a soluciomes tales como el empleo de aditivos fluorescentes en las yeserías restauradas de la Alhambra que bajo una determina luz se ven azules.
Respecto a la incompatibilidad entre materiales antiguos y modernos señala que, por ejemplo, los cementos actuales son muy impermeables, no dejan transpirar y pueden provocar tensiones y grietas en los restos. Hacer morteros como los romanos «ni debes ni puedes hacerlo —afirma Miguel Louis—. Hoy no sabemos hacerlo como ellos. Hay fabricantes que lo intentan, pero nunca serán iguales: por ejemplo, necesitarían identificar de dónde proceden las arenas que han utilizado los constructores originales».
Los conocimientos de la Universidad de Alicante en estos temas la han llevado a lugares tan lejanos como Lima o Pompeya, ciudad donde los estudios del arqueólogo y también catedrático de la UA José Uroz se han combinado con las aportaciones técnicas de Miguel Louis. «La erupción no sólo sepultó a la ciudad de la época, sino los restos anteriores existentes bajo sus edificaciones —indica Miguel Louis— Los análisis de los materiales empleados nos permiten aproximarnos a la fecha de su construcción, o también el estudio de los fragmentos. O podemos hacer estudios termográficos del estado de un muro».
«Nosotros —añade— podemos ayudar a un arqueólogo a que sepa si la piedra de unas ruinas es travertino o mármol blanco. El experto en construcciones arquitectónicas también es necesario a la hora de decidir la forma de excavar para evitar riesgos de derrumbe u otros daños, o puede aportar sus conocimientos a otros aspectos de la restauración, como la limpieza, y decidir si hacerlo con productos de látex, con una semejanza a las mascarillas para el cutis, o métodos criogénicos que usan sustancias que saltan del estado sólido al gaseoso sin pasar por líquido. Asimismo puede ser necesaria la intervención del técnico para asegurar unos muros entre sí, y decidir si se utilizan sistemas de cosido o de atado, o qué métodos químicos emplear para proteger o detener el envejecimiento de los materiales por la acción del clima».
Todo un abanico, en fin de recursos técnicos actuales al servicio del conocimiento de épocas desaparecidas.
Fuente: UA