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El astrofísico David Barrado Navascués gana el Premio de la Unión Astronómica Internacional 2021

Durante siglos y desde la Antigüedad el conocimiento originario de la rama de ciencias ha viajado íntimamente ligado al saber procedente de las humanidades. Hace tres siglos, con la Revolución científica, se separaron. Ahora, la noción del conocimiento comprendido como un todo, sin distinción entre ciencias o letras, esa idea del saber que aúna y viene representada por la figura del polímata ha sido recuperada por David Barrado Navascués, astrofísico y Profesor de Investigación de Organismo Público de Investigación en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), en la redacción de su segunda tesis doctoral. Barrado ha tratado de establecer un puente entre estos dos saberes, separados en la actualidad, en un intento de romper esa falsa dicotomía. Cosmografía: la ciencia de los dos orbes ha obtenido el Premio de la Unión Astronómica Internacional (IAU) 2021 a la mejor tesis doctoral en la sección Education, Outreach and Heritage. La IAU es la organización astronómica internacional cuya misión es promover y salvaguardar la ciencia de la astronomía en todos sus aspectos mediante la cooperación internacional.

Cosmografía: la ciencia de los dos orbes ha sido realizada y defendida en la Universidad de Alicante (UA) dentro del programa de doctorado en Filosofía y Letras, disciplina de Geografía e Historia. La tesis ha sido dirigida por la profesora de la UA, Margarita Box Amorós, y fue calificada con sobresaliente cum laude.

Con Cosmografía: la ciencia de los dos orbes Barrado Navascués ha obtenido su segundo doctorado, esta vez en Filosofía y Letras, ya que era doctor desde 1996 por una investigación que trataba sobre problemas astrofísicos, dentro del programa de Físicas de la Universidad Complutense de Madrid. En esta ocasión, la tesis se enmarca en las disciplinas de Geografía e Historia y está centrada en el denominado “problema de la Longitud”, abarcando desde los inicios de la Historia y resaltando el papel de Portugal y España en los siglos XV-XVIII.

Como él mismo señala, con su investigación ha pretendido “establecer un puente entre disciplinas diferentes que se han mantenido separadas durante tres siglos, consecuencia de la Revolución científica de los siglos XVII y XVIII y de que, con nuestro saber, la idea del polímata erudito se ha desestimado; un error que nuestra sociedad tecnológica tendría que solventar”, apunta. Barrado concreta cómo para él “un intelectual tiene que tener conocimiento en todo, aunque no pueda abarcarlo todo”. Apuesta, así, por regresar a los postulados del humanismo y a los principios definidos por Pico de la Mirandola; conseguir unas humanidades más próximas al método científico, pero sobre todo una ciencia verdaderamente humanista.

La tesis es la síntesis de toda una vida de lectura crítica, declara; “son lecturas llevadas a cabo a lo largo de treinta años”, aunque la tesis doctoral en sí la ha realizado en cinco años. El investigador confiesa que la digitalización ha agilizado mucho el trabajo, “ya que este tipo de trabajos hace diez o veinte años hubiera requerido multitud de visitas”.

Mapa del mundo según Eratóstenes.

Analiza la cosmografía desde sus inicios en Mesopotamia, mediante una perspectiva holística. Esta ciencia aunaba tanto el saber geográfico como el astronómico, y describía tanto el planeta (el orbe terrestre,) como su contextualización en el cosmos (su situación en el universo, en el orbe celeste). Por tanto, detalla los avances de esta disciplina científica en los distintos momentos históricos, mostrando las interconexiones entre diferentes civilizaciones, pero también entre distintos momentos históricos. Se trata de la historia de los dos orbes, el terrestre y el celeste, que han estado interconectados desde antes del inicio de la especulación científica en la Hélade.

La cosmografía, como disciplina del conocimiento, ha sido esencial no solo para construir la imagen mental que distintas culturas han tenido del universo, sino también como fuente de inspiración literaria. Ambos fenómenos se discuten e interpretan en este trabajo. Finalmente, se profundiza en todos los elementos que contribuyeron a la aparición de la Revolución científica de los siglos XVII y XVIII: desde la recuperación del conocimiento de la Antigüedad y la reinterpretación realizada por la civilización islámica, incluyendo sus distintos elementos, como fue el caso de la ciencia hebrea, y sin olvidar sus aportaciones originales, como el regreso, relativo, a los valores clásicos que aportó el humanismo.

Sobre el “problema de la longitud” detalla “sabemos dónde estamos y cómo está la Tierra dentro del Universo, problema que ha sido el motor del siglo XVIII, pero ya los helenos en la Antigüedad se lo planteaban y, antes de ellos, los mesopotámicos. Es esencial porque tiene unas implicaciones directas sobre el comercio, sobre el territorio…saber por dónde ir y a donde llegar”.

Entre la extensa bibliografía consultada, revela cómo su reanálisis de textos presocráticos le ha permitido reinterpretar el conocimiento helénico, localizando todo aquello que habla sobre geografía y astronomía; también incluye el análisis del efecto que tuvo la expansión de los horizontes del conocimiento en la literatura, especialmente en la Edad Moderna. El científico detalla cómo el conocimiento cosmográfico se ha trasladado al lenguaje literario y se usa como fuente de metáforas. Es el caso de las obras de Cervantes, Milton o Swift, autores de la Revolución científica y que incorporan el conocimiento científico a sus textos literarios.

Mapa del mundo circular Al-Idrisi’s, incluido en el conocido como Book of Roger.

El trabajo se cierra con las últimas grandes exploraciones geográficas del siglo XIX y con la ampliación del horizonte cósmico en el Sistema Solar. Por tanto, en cierta manera, se sigue cierto paralelismo con dos trabajos que fueron decisivos para la cosmografía, ambos de Claudio Ptolomeo: Geographia y Almagesto. Así, esta investigación se puede considerar un nostos, un viaje de ida y vuelta, pero en este caso intelectual, un recorrido por el conocimiento del medio, en su sentido más amplio.

Margarita Box, directora de la tesis y profesora de la UA, valora de forma muy positiva el esfuerzo emprendido por el científico; un trabajo en el que se ha volcado interpretando, reinterpretando y analizando la ingente cantidad de bibliografía consultada. Pero también con el que, confiesa, han podido aprender todos mucho. “Me siento tremendamente orgullosa, no solo por mí, sino por la propia universidad. El premio otorgado tiene un reconocimiento internacional”.

El Premio de Doctorado de la IAU reconoce los logros científicos destacados de los estudiantes de doctorado en astronomía de todo el mundo. Cada una de las nueve divisiones de la IAU otorga un premio al candidato que considera que ha realizado el trabajo más notable en el año anterior, y las nueve divisiones juntas también acuerdan otorgar un premio adicional, el PhD at-large Prize. El premio se entregará en la XXXI Asamblea General de la IAU, que se realizará en agosto de este año en Busan, Corea del Sur, donde se entregarán los certificados.

Fuente: UA