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Describen el papel clave de una célula inmune en el desarrollo de obesidad y otras enfermedades metabólicas

Un equipo de investigación del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha publicado un estudio que revela que el grupo 1 de las células linfoides innatas (ILC1), un tipo de célula inmune presente en el organismo, desempeña un papel crucial en los efectos perjudiciales de las dietas obesogénicas, ricas en grasas y azúcares, sobre el intestino y el metabolismo. Por primera vez, han demostrado que estas células son esenciales para el desarrollo de la obesidad y sus complicaciones, como la diabetes tipo 2 y la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Además, el estudio explora la relación entre las ILC1, el sistema neuroendocrino y la microbiota intestinal. Los resultados, publicados en la revista Gut Microbes, abren la puerta a la posibilidad de modular este tipo de células como una alternativa terapéutica para reducir las consecuencias de la obesidad y prevenir problemas metabólicos asociados.

El grupo Microbioma, Nutrición y Salud del IATA, liderado por la profesora de investigación del CSIC Yolanda Sanz, analizó el impacto de una dieta “obesogénica”, alta en grasas y azúcares, sobre la microbiota intestinal y el sistema inmunitario. Este tipo de dietas están asociadas con un empeoramiento de la función inmune del intestino, dañando sus mecanismos de defensa y desencadenando una respuesta inflamatoria que contribuye al desarrollo de complicaciones asociadas a la obesidad, como la diabetes tipo 2.

“No se conoce con precisión la secuencia de eventos que provocan estas alteraciones, ni cuáles son los principales instigadores de dicha respuesta inflamatoria a nivel intestinal, lo que es esencial para combatirlos a tiempo”, asegura Yolanda Sanz, autora principal del estudio. Su trabajo se centró en el papel que juega en este proceso un tipo de células inmunes recientemente descubierto, las ILC1, cuya implicación en la respuesta inflamatoria asociada a la obesidad sólo se había demostrado en el tejido adiposo.

“La novedad de nuestro trabajo radica en que hemos investigado, por primera vez, qué papel tienen las células ILC1 que residen en el intestino en el desarrollo de la obesidad y sus complicaciones. Además, hemos estudiado la interacción de las ILC1 con otras células inmunes intestinales y epiteliales como las células neuroendocrinas, y también con la microbiota intestinal”, explica Yolanda Sanz. Para ello, han empleado un modelo de obesidad inducida por la dieta en ratones donde han bloqueado la funcionalidad de las células ILC1 mediante la administración un anticuerpo específico.

Los resultados muestran que la exposición a una dieta obesogénica incrementa progresivamente el porcentaje de ILC1s intestinales y de otros tipos celulares pro-inflamatorios, como los macrófagos, lo que altera el equilibrio del sistema inmune. Además, una dieta rica en grasas y azúcares reduce la protección que aportan otros tipos de células linfoides innatas (ILC3), y daña la ‘función barrera’ del intestino uno de los principales sistemas defensivos del organismo que evita que se produzca inflamación en tejidos metabólicos. “Demostramos que las células ILC1s son unas de las principales promotoras de la respuesta inflamatoria intestinal y de las alteraciones metabólicas causadas por el consumo de dietas obesogénicas”, resume Sanz.

Así, la administración del anticuerpo que bloquea las células ILC1s no sólo evita su aumento causado por la dieta, sino que, además, reduce las alteraciones en otros tipos celulares (ILC3 y macrófagos) que también se ven afectados por la dieta obesogénica. Asimismo, el bloqueo de estas células inmunes mejora los mecanismos de defensa intestinal mediados por la producción de la citocina IL22, la producción de mucus y la expresión de péptidos antimicrobianos, y previene el deterioro de las células neuroendocrinas del epitelio; lo que aumenta la producción de hormonas intestinales implicadas en la regulación del apetito y la glucosa en sangre, como el péptido similar al glucagón (GLP-1). Por último, la ausencia de células ILC1 incrementa la abundancia en la microbiota intestinal de bacterias como Akkermansia muciniphila, y reduce la de especies inflamatorias como Bilophila spp., lo que sugiere que las ILC1s afectan la simbiosis microbiota-hospedador.

Estos cambios provocados en el intestino como consecuencia del bloqueo de las células ILC1 se ven acompañados de una mejora en el control de la insulina en sangre y de una reducción de la adiposidad de los ratones. “Este trabajo demuestra el papel de las células ILC1 como unas de las principales instigadoras de los efectos dañinos que causan las dietas obesogénicas en el intestino y el metabolismo”, remarca Yolanda Sanz. “La modulación de estas células podría ser una estrategia eficaz para combatir los desórdenes metabólicos relacionados con la obesidad y otras enfermedades asociadas.”, concluye.

Referencia bibliográfica

Rebeca Liébana-García, Marta Olivares, Carlos Francés-Cuesta, Teresa Rubio, Valerio Rossini, Guillermo Quintas & Yolanda Sanz (2023), Intestinal group 1 innate lymphoid cells drive macrophage-induced inflammation and endocrine defects in obesity and promote insulinemia, Gut Microbes, 15:1, DOI.

Fuente: IATA-CSIC