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En busca de la fosa con los restos del poeta Federico García Lorca

Movimiento de tierras en los suelos en los que se busca la fosa de Lorca. MIGUEL RODRÍGUEZEl día 19 del pasado mes de septiembre de 2016, comenzó la tercera y última campaña de búsqueda de la fosa común que tendría que albergar los restos de Federico García Lorca, Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas. Todos ellos fueron ejecutados la madrugada del 17 al 18 de agosto de 1936 en la cabecera del campo de instrucción que utilizaba la Primera Bandera de la Falange, asentada en el pueblo granadino de Víznar, para sus ejercicios militares y rendir honores a las jerarquías que visitaron la zona durante los años 1936 a 1938.

En ese lugar, en una vaguada ligeramente ahondada sobre sustratos arcillosos del piedemonte del Peñón Colorado, se abrieron a principios del siglo XX una serie de pozos para captación de agua que no tuvieron éxito y fueron abandonados. En uno de estos pozos; el más cercano a Alfacar – según alguna de las fuentes manejadas- y a 25 metros de la carretera según el general Nestares, los cuerpos de los fusilados fueron enterrados por algunos prisioneros socialistas, que a su vez sería pasados por las armas, pocos días después, en las tapias del cementerio de Granada.

Las dos primeras campañas fueron promovidas por la Junta de Andalucía, el objetivo era la localización de la fosa común que pudiera existir en esa zona del municipio de Alfacar. En paralelo promovieron la localización de otras fosas en el municipio de Víznar por parte de otro equipo de investigadores. Con el cambio de responsables institucionales en esta materia, también cambió la actitud hacia la búsqueda en Alfacar y tuvo que ser la Asociación Cultural Regreso con Honor la asumiera el papel del que se ha inhibido la Administración andaluza. Esta vez para buscar los restos del maestro de escuela republicano, D. Dióscoro Galindo.

El 20 de octubre terminaron los trabajos de campo, se habían excavado 1.347 metros cuadrados de superficie y extraídos 4.620 metros cúbicos de tierra. Se localizaron fragmentos cerámicos, neumático de motocicleta, latas de refresco y restos de munición; pero ningún rastro de huesos humanos. La frustración fue tremenda. Habíamos terminado con nuestros recursos económicos y además el ayuntamiento de Alfacar nos dio 15 días de plazo para tapar el agujero, sin atender a nuestra solicitud de dejarlo abierto para analizar más detenidamente la zona de tierra removida que se habían detectado, aunque los sondeos realizados los últimos días anulaban cualquier posibilidad de encontrar la fosa.

Comenzaba entonces otra parte importante del trabajo arqueológico: el estudio de los restos y evidencias encontradas, necesarios para el arqueólogo pueda concluir con plenitud su trabajo: el establecimiento de los hechos.

La no localización de una fosa común se puede deber a varias circunstancias:

  1. No se busca en el lugar adecuado
  2. No se busca con el equipo adecuado: por falta de conocimientos e inexperiencia de sus integrantes o empleo de método y medios inapropiados (ambos aspectos suelen ir emparejados).
  3. Las fosas han sido destruidas por: obras públicas, concentraciones parcelarias, desmontes, reforestaciones, apertura de canteras, etc.
  4. La fosa ha sido exhumada para el traslado de sus restos a cementerios o al Valle de los Caídos.

Resultados

Los trabajos arqueológicos de campo han permitido delimitar la cabecera del campo de instrucción y localizar la zona de vaguada, referencias espaciales señaladas por las fuentes para ubicar el pozo que sirvió como lugar de enterramiento de los cuerpos de los fusilados entre los días 17 y 18 de agosto de 1936.

En el transcurso de las excavaciones se detectó en el sustrato natural de arcillas rojas una zona removida y antropizada (Unidad estratigráfica 3) que corresponde con toda probabilidad a la zona donde estaba situado el pozo/fosa común. La falta de un límite claro que señale el perímetro del pozo, así como la evidencia de que el terreno ha sido removido de forma manual, unido a la ausencia de restos humanos, concuerda con la posibilidad de una exhumación posterior. Esta exhumación tendría que haberse realizado en un periodo de tiempo anterior a que los cuerpos llegaran a un estado de esqueletización, ya que en ese caso contrario se hubieran encontrado elementos fácilmente detectables en situaciones similares: botones, hebillas, etc.

Este resultado: inesperado, porque todas las referencias que iban apareciendo nos indicaban que estábamos en el lugar adecuado; y sobre todo frustrante, porque nos ha privado del objetivo principal que era la recuperación de los restos de Dióscoro Galindo y sus compañeros, nos ha llevado a revisar las diversas fuentes de los distintos autores que han investigado sobre la muerte de Federico García Lorca.  Marta Osorio en su obra Olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956) señala:

“…Emilia, tras conversación con Antonio Gallego Burín quien fuera miembro de la tertulia “El Rinconcillo”, ofreció a Agustín Penón la versión de que el cadáver de Federico fue trasladado desde su enterramiento primero hasta una de las fosas grandes, para evitar que nadie pudiera encontrarlo, dado el impacto que había ocasionado su asesinato.”

Antonio Gallego Burín fue alcalde de Granada entre 1938 y 1940, El 20 de octubre de 1940 es nombrado gobernador civil de la provincia de Granada hasta el 18 de octubre de 1941, y de nuevo alcalde desde 1941 hasta 1951. Por lo tanto, es una fuente de gran fiabilidad. Además, los resultados de los trabajos arqueológicos avalan esa posibilidad y por lo tanto, cabe deducir, que todos los restos que estaban en la fosa habrían sido exhumados al mismo tiempo y, tal vez, tuvieron el mismo destino.

Los estudios de cartuchería y balística de efecto realizados sobre los restos de munición encontrados: Un fragmento del blindaje del proyectil Máuser y un casquillo Mosin-Nagant, nos indican que ambos pueden ser coetáneos. El Máuser era el armamento reglamentario de los Guardias de Asalto, al inicio de la Guerra Civil; mientras que el armamento Mosin-Nagánt pudo haber llegado a la Península procedente del norte de África como material requisado a los rifeños, después del desembarco de Alhucemas. La bala encontrada fue elaborada con anterioridad al año 1920.

El proyectil Máuser presenta una deformación propia de una bala que ha perdido su fuerza cinética al atravesar un cuerpo humano y que ha impactado posteriormente en un suelo arcilloso (El núcleo de plomo desprendido de su blindaje o “camisa metálica” tuvo mayor penetración en el suelo y no ha sido localizado).

Si se tiene en cuenta la probable relación de ambos fragmentos de munición encontrados: el espacio existente entre el punto donde se localizó la vaina (lugar desde donde se efectuaron los disparos) y donde se recogió el fragmento del proyectil (¿tiro de gracia?), nos estaría delimitando el escenario de la ejecución.

Conclusiones

Después de tres meses de trabajos de laboratorio, estudio de los materiales localizados y las estratigrafías documentadas, revisión de fuentes y de la metodología seguida, nuestra percepción de los resultados es otra que la del 20 de octubre. Estamos convencidos que la tercera campaña de excavaciones en Alfacar supone un avance muy importante en el establecimiento de los hechos ocurridos en los Llanos de Corbera durante la Guerra Civil; y que, a las cuatro circunstancias para no encontrar una fosa común, señaladas arriba, hay que añadirle otra circunstancia excepcional que está ligada a un nombre, también excepcional: Federico García Lorca, y al deseo de borrar las huellas de su asesinato.

Ahora se abren otros caminos para continuar la investigación, algunos de ellos ya los hemos iniciado. Aparecen nombres inéditos para indagar, se señalan otros lugares…pero eso ya es otro capítulo.

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Fuente: Javier Navarro Chueca / UPV