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Resuelto el misterio de la monja capuchina momificada Sor Úrsula Micaela Morata

Úrsula Micaela Morata, nacida en Cartagena en 1628, llega a Alicante, procedente de Murcia, en el año 1672, tras haber tomado el hábito de Capuchina en 1646. En la capital alicantina funda, junto a seis monjas más, el Convento de las Monjas Clarisas Capuchinas, que actualmente se encuentra en la calle Teniente Álvarez Soto. Allí se encuentra el cuerpo momificado de su fundadora, desde que falleciera el 9 de enero de 1703, a la edad de 73 años.
La monja es, hoy en día, un personaje histórico muy importante para Alicante. Tenemos conocimiento de su vida porque escribió su autobiografía por orden de su padre espiritual, según atestiguan estos documentos. La monja llevó una vida mística paralela a Santa Teresa de Jesús. Al morir, su cuerpo se momifica y queda conservado. El obispo, viendo que se momificaba, ordenó que no se enterrase. Posteriormente, en el año 1706, durante la Guerra de Sucesión, el cuerpo fue profanado por los ingleses, arrastrado por la Rambla alicantina, dejándolo abandonado y, cuentan las crónicas, que un caballero que la veneraba le cortó la mano. En 1931, en plena Guerra Civil española, tuvo otra profanación y también sufrió daños. El convento fue saqueado e incendiado el 11 de mayo de 1931 y las monjas se marcharon del convento. Pero los cuadernos autobiográficos fueron rescatados por dos monjas, que, con el pretexto de ir por enseres personales, se los llevaron escondidos bajo una toquilla. En estos cuadernos la monja cuenta su vida, sus vivencias, bilocaciones, etcétera. Úrsula Micaela está en proceso de canonización. Su estudio es interesante por todo esto, afirma Fernando Rodes.
Fernando Rodes Lloret es jefe de Servicio de Clínica Médico Forense del Instituto de Medicina Legal de Alicante y profesor de la asignatura “Laboratorio forense”, optativa que imparte en cuarto curso del Grado en Criminología de la Universidad de Alicante. En esta misma institución, con Publicaciones de la Universidad de Alicante, ha publicado el libro “Sor Úrsula Micaela Morata. Vida y muerte (estudio biográfico y antropológico-forense)”. La obra es un texto científico que recoge la investigación dirigida por él y realizada en colaboración con un equipo de expertos de diferentes áreas, hasta un total de diez especialistas de los campos Antropología Forense, Odontología Forense, Entomología Forense, Radiología y Microbiología.
El objetivo fundamental del trabajo científico ha sido comprobar científicamente si lo que relatan las crónicas es verídico y realmente ocurrió. Rodes y su equipo concluyen que sí es cierto.
En segundo lugar, la finalidad del trabajo de investigación ha sido conocer a Sor Úrsula; si tenía alguna enfermedad, intentar saber de qué murió desde el punto de vista médico forense. La momificación es casi completa. El médico forense ha confirmado que no quedan órganos internos, si bien sí hay aún arterias, ligamentos y algún músculo. El libro se divide en dos partes; la primera es el estudio biográfico encargado a Joaquín Sáez Vidal, doctor en Historia del Arte y experto conocedor del tema; y la segunda, recoge el estudio antropológico forense del cuerpo de Sor Úrsula Micaela que dirige Rodes y realiza junto a su compañera en el Instituto de Medicina Legal de Alicante, la médico forense Mar Pastor Bravo.
Del estudio antropológico del cuerpo se constata que el cuerpo no se ha alterado. Es especialmente relevante el estudio odontológico que se le realiza, al que se dedica un capítulo de la obra, comprobando que mantenía la dentadura muy bien conservada para la edad que tenía y para la época en que vivió.
El trabajo científico, que consistió en ver los hallazgos encontrados y compararlos con las crónicas escritas para comprobar su veracidad, revela, entre otras, lesiones en el cuello que son compatibles con haberle puesto una soga, tal y como relatan las crónicas. Además, el cuerpo presenta una fractura en la mandíbula que la hace compatible con un culatazo con un arma o una patada y que coincidiría con el momento de la Guerra de Sucesión, en 1706, cuando describen las crónicas que fue profanado por los ingleses.
Para todo este estudio utilizaron un escáner multidetector de 64 coronas de detectores Philips Brilliance 64, que se encuentra en el Hospital General Universitario de Alicante, realizándole una tomografía computerizada corporal total en el Servicio de Radiología, aparato que capaz de tomar más de 4.000 imágenes. En el trabajo científico han participado diez especialistas, desde radiólogos, antropólogos forenses, entomólogos (estudia los insectos para determinar cuánto tiempo hace que murió) forenses, odontólogos forenses, microbiólogos (estudia los gérmenes) y médicos forenses.
Rodes revela que, en la toma de muestras que se realizó de distintas áreas del cuerpo, no se ven microorganismos interiores, pero sí detectaron contaminación por tierra. Al equipo le sorprendió encontrar cuatro pupas (el capullo), que es la última fase que cierra el ciclo de la fauna cadavérica. <<Es llamativo que tres de ellas son polillas de la ropa, no fauna cadavérica, pues el cuerpo está vestido. Pero la cuarta es una drosophilidae, que sí que acude a los cadáveres en la fase de la momificación. Resulta curioso que en 300 años no se hubiera caído esta pupa>>, admite Rodes. No obstante, no se encontró nada que justifique su muerte, si bien sí que han descartado causas de la muerte, como metástasis en huesos. <<No siempre en antropología forense llegamos a ver en una momia la causa de la muerte>> explica Fernando Rodes.

El médico forense publicó, con anterioridad, en El Salt, del Instituto Juan Gil Albert, un avance de este tema en el año 2005.
Fuente: UA